Evolución de los estilos en la música académica.
Cuando hablamos de música académica estamos
hablando de lo que la mayoría de la gente (y probablemente ustedes también)
llaman música clásica. La denominación
“clásica” surge en el 1800 para referirse a la música del siglo anterior (1700)
y ha quedado, con el tiempo, como sinónimo de música académica, por
contraposición a la música popular (un nombre que tampoco me parece demasiado
riguroso).
Por esta razón es que, de ahora en más, cuando
nos refiramos a toda esa música que para ustedes es sinónimo de aburrimiento y
antigüedad, vamos a utilizar el término “académica” y no “clásica”.
Entonces, el término “música clásica”, será
solamente referido a la música perteneciente este período.
Ethos y Pathos
Allá por el S IV a.c. un tal Aristóteles
hablaba de ethos, pathos y logos, que eran los tres modos de persuasión en la
retórica (uso del discurso). Para los griegos era muy importante hacer buenos
discursos.
Los músicos (que también trabajamos con el
discurso, aunque un poco diferente) nos apropiamos de dos de estos términos
para referirnos a algunas cuestiones musicales: el ethos y el pathos.
El ethos tiene que ver con la rectitud y
perfección de las formas. Así, el Partenón griego es, en arquitectura, un claro
ejemplo de la supremacía de la forma. Si nos acercáramos tanto a este Partenón
que sólo tuviésemos delante de nuestra nariz un pedacito de columna,
probablemente no encontraríamos ninguna gracia en sus formas y nos parecería un
verdadero fraude. Esto sucede, justamente, porque el atractivo de este tipo de
edificaciones “clásicas” es el conjunto total, la armonía de sus formas, de su
estructura completa; es decir que el valor no está de ninguna manra en los
detalles sino en el conjunto. Este es el concepto del ethos.
En el arte, el ethos es el estatismo
emocional, entendido como contrario del Pathos, que sería el dinamismo
emocional.
La primera noticia que tenemos de ethos en
música es en el período renacentista, posterior al medioevo, que busca volver a
las formas clásicas griegas (como nuestro Partenón). Sin embargo, para las
audiciones, vamos a considerar el período clásico como el “jefe” de los ethos.
Veamos cómo sería un edificio muy “pathos” del
barroco, recargado de adornos y ornamentaciones:
En este ejemplo, es claro que, en cualquier
detalle en el que fijemos la vista vamos a encontrar algo que
Además si nos fijamos en la forma, no tiene simetría (eso sacaría de quicio a cualquier amante de las formas clásicas)
Tengamos en cuenta que los movimientos
artísticos se dan de forma alternada: si el renacimiento es ethos, el barroco
-que es el movimiento que le sigue- será, por contraposición, pathos. Luego, el
clasicismo querrá volver firmemente al ethos y el romanticismo buscará
rebelarse en un pathos aun más desenfrenado que el barroco.
Para resumirlo y aclararlo, hagamos el
siguiente gráfico:
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